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Queremos reafirmar que la práctica de la medicina es una manera de aspirar a ser un profesional virtuoso. El encuentro medico paciente requiere un deposito tan ciego de fe y confianza de parte de un paciente en el médico que escoge, que existe de este un esfuerzo máximo para actuar virtuosamente en beneficio del paciente. Este encuentro es mucho más que un mero proceso mecánico de recetar, cocer o cortar. Es la más pura y franca unión de dos personas en busca de un bien para uno de ellos, pues para el médico no puede haber ninguna otra meta que no sea el bienestar del paciente.
La medicina es un ministerio tan intrínsecamente humanístico que demanda abnegación, dedicación, constancia y hasta sacrificio de sus practicantes. Es una ciencia que aplicada con arte, contribuye a la felicidad de la humanidad. Requiere la constante renovación de nuestros conocimientos para poder continuar nuestra lucha por extender los límites de la ley natural.
Esos ideales los proclamamos y los profesamos y esos ideales los defenderemos con firmeza hoy más que nunca en que nuevos giros sociales atentan cambiar el carácter, el alma, el etnos de la medicina, para cambiarla y convertirla en una actividad comercial más. Esta filosofía va dirigida a ayudarnos a practicar nuestra profesión con honradez y dedicación.